La autoeficacia es fundamental para la consecución de logros personales y para enfrentar adecuadamente las situaciones que ocurren en la vida cotidiana.
Las percepciones de autoeficacia son las autoevaluaciones del individuo acerca de lo que se considera capaz de hacer. Implican la confianza en sus destrezas y habilidades para enfrentar acontecimientos, resultando esenciales en el momento de tomar decisiones. Según el psicólogo Albert Bandura, en su artículo Autoeficacia: hacia una teoría unificada del cambio conductual publicado en 1977, pueden definirse como: "Las creencias en la propia capacidad para organizar y ejecutar las acciones requeridas para manejar las situaciones futuras".
Se considera que las personas con altos sentimientos de eficacia personal eligen tareas y actividades que implican mayores desafíos, optan por metas y objetivos más altos, invierten más esfuerzo, mostrando mejor motivación y compromiso, además de ser persistentes y presentar mayor resistencia ante las adversidades.
Las creencias personales asociadas a una baja autoeficacia son:
Al generarse una autopercepción de desconfianza, inseguridad, miedo y baja autoestima, se comienzan a evitar situaciones que implican desafíos personales y por consiguiente, las metas asumidas tendrán un nivel bajo de autoexigencia.
La autoeficacia puede aprenderse, para esto es necesario identificar, reconocer, desarrollar y confiar en las habilidades propias y usar las fortalezas para alcanzar el logro de los objetivos personales. Esta confianza adquirida en la propia capacidad permite no desistir ante el fracaso, superar los errores y seguir adelante con las acciones pertinentes para el cumplimiento de las metas fijadas.
Algunas estrategias para desarrollarla son:
A medida que aumenta la autoexigencia personal se fortalece la seguridad en sí mismo. En todo caso es imprescindible que los objetivos personales y las metas fijadas sean realistas y estén en armonía con las habilidades y capacidades que se poseen. No significa que no se cometerán errores, sino que se tiene confianza en la capacidad para superarlos y en que se usaran las destrezas y habilidades propias para reaccionar adecuadamente ante las situaciones que se presenten.
Con respecto a los niños es conveniente fomentar el desarrollo de habilidades y destrezas ofreciéndoles experiencias variadas, pero con expectativas reales de acuerdo con el grado de desarrollo del niño. Dejarles que hagan tareas por sí mismos según sus posibilidades y edad. Enseñarles a que vean los errores como oportunidades para aprender. Reconocerles sus logros y hacerles sentirse especiales sin exagerar.
La autoeficacia es un concepto importante utilizado en diversas disciplinas. Se recurre a su uso en variedad de estudios sobre el desarrollo y la superación personal; así como también en las áreas laboral, de salud y educativa.
El maltrato animal es un factor de riesgo en la manifestación de comportamientos violentos en las relaciones interpersonales.
Algunos padecen trastornos mentales, otros imitan los comportamientos violentos que viven en su entorno familiar. En unos casos tienen miedo y al sentirse indefensos los usan como víctimas para demostrar un poder y una autoridad que no tienen. El motivo podría ser para intimidar o amenazar a otros, o como venganza hacia sus familiares y la sociedad. El abuso a los animales es comúnmente cometido por personas inseguras, que se sienten inferiores, con baja autoestima, carentes de culpa y empatía, quienes desquitan su ira con ellos.
La violencia interpersonal es el uso deliberado de la fuerza contra otro ser humano, que pueda ocasionarle lesiones, daños psicológicos, trastornos de desarrollo, privaciones o muerte. Según la investigación de Merz-Perez y Heide Animal cruelty: Pathway to violence against people realizada en el 2003 con presos en Florida, existe una vinculación entre el hecho de presenciar peleas entre animales y observar su maltrato en el seno familiar con la agresión a otras personas.
La exposición a la crueldad provocada por otros en la infancia temprana ocasiona pérdida de sensibilidad, la cual conduce a actos violentos.
Estos investigadores también encontraron que los individuos que maltrataron animales en su infancia son más propensos a cometer delitos violentos en relación con los que no lo hicieron.
La exposición a actos violentos en contra de los animales no es inofensiva y tiene repercusiones cuando se va dando una desensibilización paulatina hacia el sufrimiento y el dolor de otros.
Algunos abusos son los siguientes:
Los niños pueden ser sensibilizados acerca del cuidado de la naturaleza, el respeto a los animales y sobre la responsabilidad que implica tenerlos en casa. La educación y el ejemplo de los adultos conllevan romper el ciclo de violencia en el que la crueldad genera más crueldad y donde los actos brutales hacia los animales acarrean más brutalidad.
La colaboración activa de especialistas, gobernantes, así como de la sociedad en general, es determinante para frenar los abusos que sufren los animales y al trabajar sobre eso, se frenarán otros tipos de violencia a los cuales están asociados. Son necesarias leyes que protejan sus derechos, autoridades que las apliquen y personas que denuncien. Ante el maltrato animal, la indiferencia también es un modo de ser cruel.
El maltrato animal es una señal de alerta. Investigaciones señalan que el abuso a los animales está vinculado con la violencia doméstica.
Los animales son seres que sienten y experimentan dolor cuando se les lastima. La crueldad hacia los animales es un problema social que no sólo afecta a los animales maltratados sino a la sociedad entera. La agresión resulta peligrosa para todos porque puede ir en escalada dañando también a las personas. La Real Academia Española define a la crueldad como: “Una acción cruel e inhumana que genera dolor y sufrimiento en otro ser”.
La violencia intrafamiliar es toda acción u omisión por al menos uno de los miembros de un grupo familiar, que ocasione algún daño físico, psicológico, sexual o social a uno o varios de sus integrantes. Diversas investigaciones coinciden en afirmar que el maltrato animal y la violencia doméstica muchas veces coexisten. Una de ellas es el estudio de Craig Daniell, Ontario SPC’s women’s shelter survey shows staggering results. The Latham Letter, del año 2001, donde mujeres ubicadas en refugios seguros declararon que sus parejas las habían amenazado con lastimar a sus animales de compañía e incluso los habían asesinado.
El agresor maltrata a los animales para causar sufrimiento en su familia, así como para demostrar a cada uno de sus integrantes el poder y control que ejerce sobre ellos. Usa a los animales como instrumento para chantajear, castigar y lastimar psicológicamente a otra persona. El ofensor cuando lastima a un ser vivo, desinhibe su agresividad, con lo que se le van facilitando actos de violencia interpersonal.
Los niños que torturan a los animales tal vez habiten en un entorno familiar violento o padezcan un trastorno psicológico.
Aunque los menores no sufrieran directamente de golpes ni daños físicos, la violencia observada en el hogar resulta traumática. El miedo, la impotencia, la falta de dominio y control en sus vidas se convierten en maltrato hacia el ser más vulnerable dentro del seno familiar, usan a los animales domésticos como chivos expiatorios, cuyo sufrimiento alivia momentáneamente su ansiedad. Estos niños aumentan su agresividad cuando imitan modelos violentos, a la vez que se identifican con ese tipo de conductas, para convertirse en adultos agresivos que lastimen o incluso maten a otro ser humano.
No todos los niños maltratados se convierten en adultos abusivos, ya que pueden aprender a canalizar adecuadamente las emociones negativas, superar sus experiencias traumáticas y romper el círculo de la violencia en el que se vieron involucrados.
Según el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-IV) la crueldad física con animales es un criterio para el diagnóstico del trastorno disocial en niños y adolescentes, quienes en caso de no recibir tratamiento pueden convertirse en adultos violentos, carentes de compasión y empatía hacia sus semejantes.
Algunas personas tienen un vínculo muy cercano con sus animales domésticos, ya que les ayudan a aliviar el estrés de la vida diaria, a la vez que les proporcionan alivio, compañía, afecto y por consiguiente, una mejor calidad de vida. Una relación estrecha de adultos mayores con sus animales, a veces es aprovechada por las personas responsables de su cuidado para amenazarlos, tenerlos controlados, desquitarse u obtener beneficios económicos.
Frecuentemente no existe coordinación entre las protectoras de animales, las autoridades y los servicios de protección para víctimas de violencia, por lo que no es posible la detección e intervención oportuna para evitar el abuso a las personas y sus animales de compañía. En muchos casos no está contemplado proporcionar apoyo a las personas maltratadas junto con sus animales domésticos, así que terminan rechazando la ayuda ofrecida cuando los servicios y refugios no consideran el vínculo estrecho entre seres humanos y animales.
A veces, resulta más fácil a las personas que sufren de abuso hablar de la agresión que sufren los animales domésticos que comunicar lo que ellas mismas están padeciendo. Las denuncias de crueldad hacia los animales también proporcionan importante información sobre la violencia familiar.
Es importante que las autoridades no consideren el abuso a los animales como un problema menor. Los veterinarios y especialistas pueden detectar cuando un animal ha sido maltratado y considerarlo como una alerta de violencia doméstica.
Cada vez hay más investigaciones que evidencian la relación que existe entre el maltrato animal y la violencia intrafamiliar. Evitar la crueldad hacia los animales conlleva un beneficio en la lucha contra la violencia humana.